domingo, 24 de julio de 2011

27 años

Murió Amy Winehouse. Siempre es conmocionante la muerte de alguien joven, y escrito justo en esos términos en los diarios impacta a la primera impresión. Además... tengo 27 años.
Mientras la investigación por la causa sigue su curso, los diarios del mundo van dando eco de la noticia. Y en esa proliferación de artículos surgidos leí que el acontecimiento incorpora a la artista en "el club de los 27", o "27 for ever", o expresiones similares que han identificado a artistas musicales muy reconocidos con la particularidad de fallecer a los 27 años de edad, las más de las veces con una estrecha relación con las drogas y el alcohol, pero sobre todo que han dejado una marca imborrable en el género musical de que se trate (es el caso de Kurt Cobain, Jim Morrison y Jimi Hendrix, entre otros). Lo que más me llama la atención de todo el misterioso asunto, es que el diario le dedicaba una pequeña oración. Y cuando intenté leer un poco más del tema, poco es lo que se encuentra en la web; generalmente repetido, pero hay que reconocer que los que más hacen eco del asunto son los blogs.
La cuestión refiere, además, a una superstición que hace alusión a un posible pacto con el diablo para conseguir la popularidad y fama que alcanzaron, para luego producto de esa deuda entreguen su vida, en ocasiones con muertes dudosas y cuyas investigaciones han quedado incompletas. Y lo segundo más curioso a lo que voy a hacer mención, es que en todos los casos se halló un encendedor blanco en los bolsillos de los fallecidos. Realmente curioso.
El origen de la leyenda se encontraría en dos canciones escritas por Robert Johnson, un guitarrista de blues que alcanzó su fama en los años '30, en las que hace alusión a Satán golpeando su puerta, y que luego van caminando juntos ("Me and the Devil Blues"), y al cruce de rutas en donde se presume que se llevó a cabo el pacto, en donde se arrodilló y pidió misericordia y "salvar al pobre Bob, por favor" ("Crossroads Blues"). Del artista sólo se conocen 29 canciones; los datos biográficos son relativamente escasos (se cree que el año aproximado de nacimiento es 1911; adoptó él mismo el apellido de su padre biológico cuando supo quién era realmente; etc.), sumado esto a que probablemente el propio artista en vida hubiera alimentado la creación de leyendas en su torno. Su legado es enorme: Eric Clapton, Keith Richards y hasta los Rolling Stones se inspiran en él. Sea como sea, muere a los 27 años.
Más allá de todo esto, es justo dedicar unas líneas a Amy Winehouse, que pese a la corta vida dejó una marca imborrable en la música, e hizo de su rebelión un estandarte que la hizo famosa:

"PREFIERO ESTAR EN CASA CON RAY, NO ME SOBRAN 70 DÍAS
PORQUE NO HAY NADA, NADA QUE ME PODÁIS ENSEÑAR
QUE YO NO APRENDA CON EL SR. HATHAWAY.

NO APRENDÍ DEMASIADO EN LA ESCUELA,
Y SÉ QUE NO APRENDERÉ DE UN VASO DE CHUPITO.

INTENTAN QUE VAYA A REHABILITACIÓN,
Y DIGO NO, NO, NO.
SÍ, ME HE DESMAYADO, PERO CUANDO RECOBRO EL SENTIDO
NI TE ENTERAS, NI TE ENTERAS, NI TE ENTERAS.

NI SIQUIERA QUIERO VOLVER A BEBER
LO QUE NECESITO ES UN AMIGO
NO VOY A PERDER DIEZ SEMANAS
PARA QUE CREAN QUE ESTOY SENTANDO CABEZA."

Creo que este fragmento de su propia creación más la caracteriza. Si fuera posible que seamos totalmente descriptos en un puñado de palabras, por supuesto.

lunes, 18 de julio de 2011

De lector a escritor

Mujer de pocas palabras. De verdad. Pero de repente, creo que tanto observar la vida, leer infinidad de libros, recorrer varias calles, sentir el vértigo de las ciudades y llenarme de ruidos, olores, vistas... no sé, todo eso quiero de repente plasmarlo y dejarlo salir. Siempre con un impulso por escribir, que cada vez que intento disciplinar y que salga en forma de una buena historia se anula, esta vez opté por empezar por lo más "relajado"; al estilo torre de babel, lo que vaya surgiendo en mi cabeza irá a parar acá. Así de simple. Así de esta manera.
Y como objetivo principal, lograr escribir tal como lo pienso, de forma corrida, intensa y sin parar; dejar de temer a "la hoja en blanco", y que llegue la fluidez, la espontaneidad. Como pensar en voz alta. Sí, como un monólogo. O casi.
En fin, pasar de ser lector, a ser escritor. A que me lean.