Todos conocen, de José Mauro de Vasconcelos, el libro "Mi planta de naranja lima", un clásico además de exquisito libro.
Pero tiene una continuación. Una parte dos. En "Vamos a calentar el sol" continúan las aventuras de Zezé que habíamos visto comenzar en "Mi planta de naranja lima". Ahora Zezé creció, tiene una nueva realidad, y comenzará a transitar la pubertad. Al igual que el primero, este libro también está plagado de ternura. También de esos pasajes mágicos que implican conversaciones con personajes imaginarios: en el primero, la planta de naranja lima y Zezé conversaban cuando este último estaba triste; ahora vendrá Adán, un sapo, a cuidar de Zezé y transitar con él los cambios más importantes de su crecimiento; al igual que Maurice, un actor que le dará, imaginariamente, el cariño de padre que él tanto necesita y desea.
Hay un par de costumbres y rituales del pasaje a la etapa adulta que me llamaron la atención por haber quedado bastante fuera de vigencia: comenzar a fumar y la operación de extracción de amígdalas como paso obligatorio para la adultez forman parte del recuerdo de gente que vivió esa época.
Hay pasajes memoriosos en donde pude sonreír tanto por las travesuras de Zezé... que a medida que va creciendo sus aventuras se complejizan y sus picardías se perfeccionan. Uno se siente identificado con las congojas y penas por las que Zezé (que no es otro que José Mauro de Vasconcelos) va sintiendo en su proceso de llegar a la etapa adulta. O adolescente.
Les comento que el libro es autobiográfico, y es el segundo de cuatro libros que van contando la historia de vida de su autor.
Un libro exquisito. Y muy pero muy tierno.
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