¡Sábado! El cuerpo y la mente se relajan; bajamos la velocidad de nuestras acciones diarias y seguramente sonreímos un poco más a lo largo del día. Me inspiran los sábados: un día mixto entre el movimiento comercial, que es un poco más abundante, y la tranquilidad y sosiego de los que comenzamos el fin de semana (hay que reconocer que no para todos el domingo es día de descanso). Tanto me inspira que me he sentido a lo largo del día con ganas de escribir.
El tema es de qué. Me pasa que quiero escribir de todo. Empiezo a pensar en, por ejemplo, el día soleado que es hoy; lo cual me recuerda al momento en que lo disfruté cuando caminé unas cuadras; en esas cuadras que caminé vi una planta florecida; pensé en que esa flor me recordaba cuando alguna vez viví en Temperley de pequeña; tenía 6 años; la escuela primaria, mi maestra de primer grado... me quería tanto, pero cómo era que se llamaba? Había tenido un hijo hace poco, se maquillaba mucho, me hacía escribir sobre el lugar de la patagonia al que íbamos a ir a vivir en mi primer cuaderno (un éxito de tapa roja, letras blancas, sé que en algún lugar todavía existe)...
Un pensamiento me lleva al otro, y ese al otro, y ese al otro. Me es muy común, inclusive en una conversación, que eso me pase. A veces no me entienden cuando "salgo con un tema que nada que ver". ¡Es que estuve pensando mucho mientras tanto! Ahora hay una publicidad, creo que de una tarjeta de crédito, que relaciona una causa con un efecto, el cual a su vez es causa de otro efecto. Está bueno. Debería estarlo, ya que de esa manera pienso mucho, ja. Relacionando cosas.
Y alguna vez podré hilar todo en una sola historia. En realidad, dormida he soñado historias dignas de una gran novela, en donde sigo un sólo hilo conductor; pero despierta no puedo evitar saltar de idea en idea, como en un zapping de imágenes a veces vertiginoso. Confieso que me divierte relacionar todo, buscar coincidencias.
¿Era Beatriz? ¿O Susana? Sigo sin poder recordarlo...
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