Alguna vez leí que “Ultra” era una palabra particular debido a que significaba lo mismo en más de un idioma. Globalización mediante, hay muchas palabras que adquirieron un status cuasi universal (video, saudade, …). En el particular caso de “saudade”, la palabra se ha hecho popular debido a que no tiene una exacta traducción al español. En el caso de las palabras inglesas, sabemos que el predominio económico de países de habla anglosajona es la causa de su popularidad.
Pero estas palabras están en boca de cada día más personas. A las que haré referencia esta vez es a palabras que forman parte de lenguas no tan populares o globalizadas. Con una particular curiosidad desde el ámbito de la antropología. Porque son palabras que han llamado la atención por su parecido, y pertenecen a idiomas hablados en zonas geográficas muy alejadas, que ha permitido suponer que han tenido un contacto entre sí y hace mucho tiempo las culturas a las que ellas pertenecen.
La primera vez que escuché sobre esta temática me la refirió mi abuelo. En particular, él me señaló que la manera de designar “flor” en un idioma oriental era muy similar al nombre de una flor típica de la provincia de Catamarca. Y habría otras similitudes entre el japonés y algunas palabras de los pueblos originarios de lo que actualmente serían las regiones medias de Chile y las provincias de Catamarca, Jujuy y Salta de Argentina. Inclusive, me contó una curiosa anécdota. Cierta vez un amigo de él de la provincia de Catamarca se encontraba en Buenos Aires. Tenía rasgos aborígenes típicos de la gente del norte de Argentina: ojos rasgados, piel cobriza, pelo muy negro. Subió a un colectivo de línea, y al hacerlo, desde el fondo, una pareja de orientales lo saludaban, reconociéndolo como a un compatriota.
La revista “Muy Interesante” de este mes sacó una nota respecto de las teorías que indican la llegada a América de otros pueblos previo al intento de Cristóbal Colón de llegar a la India. Allí menciona hallazgos de este tipo: el antropólogo chileno José Miguel Ramírez detectó que los maoríes de Nueva Zelanda y los mapuches que habitaron parte del territorio argentino y chileno tienen un juego similar al hockey de césped, que es llamado “pai pai” por los primeros, y “palin” por los segundos. Se ha observado que las canoas chilenas y tahitianas tienen similitudes no sólo en su forma, también en su designación -kialu y kialoa-.
También ha llamado la atención de mi madre, al estudiar el idioma mapuche, ver que justamente la expresión “che” significa “gente”; expresión adoptada por los argentinos para dirigirse a una persona en un ámbito informal sin llamarlo por su nombre. De hecho, una teoría sostiene que la famosa expresión tendría ese origen. También en el sur de Brasil se utiliza el “che”, sólo que se escribe “tche”, con el acento tipo “sombrerito” del idioma portugués, en este caso siendo un aporte del idioma guaraní, en donde significa “mi” o “yo”, pero que antepuesto a la persona a la que quiere dirigirse ubica a la palabra en el fin para el que hoy se la utiliza: “che patrón”, “che señora”.
Pero la curiosa manera en que se relacionan los idiomas y se popularizan palabras o expresiones merece ser mencionada en un post. Les prometo más material cuando lo consiga.
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