Se levantó como todos los días con el sonido de la radio. El sol asomaba entre las cortinas. Costó pensar en un día más como todos. Llegó a la oficina, saludó a sus compañeros, encendió la computadora, se preparó un café. Se sentó. Otra vez.
Al final del día, el toque de color entre tanto gris.
-Quiero darte un beso.
-No, contame un poco más de ese proyecto en tu trabajo.
-Me muero de ganas de darte un beso, ¿vos no?
-Sabés que quiero, pero me gusta conversar con vos, contame...
-Entonces dámelo.
-Ya te lo voy a dar... Igual, si no querés hablar de trabajo, entonces contame un poco cómo vas con las clases de boxeo. Yo estoy yendo, ¡realmente está genial!
-La verdad está muy interesante. Fui el jueves. Estaba Gabriela dándolas, preguntó por vos, le avisé que no ibas.
-¿Te gustó la clase?
-Sí, pero más me gustás vos... Dame un beso.
-Está bien.
Primera cita. La regla, después, dejar pasar tres días. Martes. Miércoles, suena mejor, son tres hábiles. Bueno, quizás el jueves, complicación mediante.
Sábado siguiente. Sin novedades. Bueno, muy bien, comenzó a pensar que en algo metió la pata... Domingo arrastrado, almuerzo familiar, tarde vacía. Preparar los trámites de la semana. La ropa.
Lunes. Se levantó como todos los días con el sonido de la radio. El sol asomaba entre las cortinas.
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